Es la mañana de la cosecha que dará comienzo a los décimos Juegos del Hambre. En el Capitolio, Coriolanus Snow, de dieciocho años de edad, se prepara para la oportunidad única de alcanzar la gloria como mentor de los Juegos.
La casa de los Snow, antes tan influyente, atraviesa tiempos difíciles, por lo que su destino depende de que Coriolanus consiga superar a sus compañeros en encanto, ingenio y estrategia como mentor del tributo que le sea adjudicado. Todo está en su contra...
Lo han humillado al asignarle a la tributo del Distrito 12 y ahora, sus destinos están irremediablemente unidos.
A ver, ¿por dónde empezar? Hacia bastante tiempo que un libro me generaba las sensaciones que me ha generado este. Como sabéis, no suelo valorar bajo los libros, ya que, en general, me gusta lo que leo. Sin embargo, con este no ha sido así. Leí la trilogía de los juegos del hambre estando en el instituto hace ya unos cuantos años y básicamente DEVORÉ los tres libros originales (creo que ninguno me duró más de dos días en las manos) pero este... este me ha hecho dejar el libro de lado casi tres semanas. También es verdad que no todo el libro me ha echado para atrás, pero realmente la única parte que me ha llegado a gustar ha sido la segunda (de las tres en las que se divide).
Cuando vi que iba a publicarse este libro pensé que sería parecido a los otros de los juegos del hambre pero desde el punto de vista del Capitolio. Es decir: todo el trabajo que suponía montar, supervisar y dirigir los juegos, cómo lo viven los que no participan, etc. Teniendo en cuenta que son los décimos juegos no me esperaba que fuesen del mismo nivel que los otros, porque acaban de dejar la guerra y los recursos siguen siendo limitados... Ahora bien, el libro se centra más en los pensamientos de Snow que en los juegos en sí. De hecho, los juegos duran solo un tercio del libro y, teniendo en cuenta que se implementa por primera vez todo el sistema de apuestas y regalos hacia los tributos, pensaba que veríamos más esa parte. Pero no.
Coriolanus Snow es un personaje aburrido, que solo se mueve por el poder y por causar una buena impresión a TODO EL MUNDO. Literalmente no le importa nadie más que él (y quizá su abuela y su prima, pero permitidme dudarlo), su reputación y su acceso al poder. Le da igual a quién se lleve por delante o a quién pueda herir siempre y cuando él sobreviva a lo grande (es decir, tenga poder y dinero a montones). Sinceramente, después de leerme el libro (que por cierto, la primera y la tercera parte se me han hecho bastante largas) podría resumir la historia como el conjunto de pensamientos que tiene Snow porque, sinceramente, la mayoría del libro se basa en lo que él piensa sobre las diferentes cosas que suceden o que deben suceder a lo largo de la historia.
Por un momento te hace pensar que se moverá también por amor y que eso cambiará algo de su personalidad y sus ambiciones, pero no deja de ser una vía de escape a sus problemas. De hecho, cuando estos problemas se solucionan (más o menos), Snow vuelve a ser el mismo de siempre, dejando ver que no evoluciona en todo el libro, ya que se sigue moviendo por los mismos motivos que al principio. De verdad, espero que no se haga una segunda parte de esto para explicar qué pasa finalmente con Lucy (que por cierto, qué pesadez tener que leer TODO EL RATO Lucy Gray, ¿no pueden solo decir Lucy?) porque no tengo ganas de leer otras 600 páginas sobre cómo Snow le da vueltas al asunto. No esperaba para nada lo que he leído y, por una vez, no es algo bueno.
VALORACIÓN: ⭐
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